Los lazos que se rompen
Barcelona parece Colombia por estos días. En mi casa suena Leandro Díaz, se lee Gabriel García Marquez y hay muchas maletas en el suelo. Un sol que acaricia, que se me cuela por entre la falda como narran tantos vallenatos, me dice -no llores niña, ponte bonita que tu eres de verano- yo me quedo quieta pensando que no se si aguante tanta cosa. Me quedo aquí en esta burbuja esperando algo que todavía no se, en un estado de mutismo, de entrega absoluta al destino, de odio inclemente a la soledad, de desidia, un enamoramiento intenso de este puerto húmedo y viejo, de esta ciudad hecha a pedazos, de la gente que pasa transeúnte y la ama y la deja y la usa. Pobre Barcelona es una chica guapa con la que todos dormimos, a la que todos besamos, la que nunca será la novia, sólo el amor contrariado, el temporal.
Aquí entre mis piernas florece una mujer de 31 años y mis pasos son los de una mujer común y corriente, una colombiana promedio, pero hay que ver cuanto pueden ver mis ojos, cuantas historias han podido escuchar mis oidos, cuantas caricias han podido hacer mis manos, cuantos besos lanzar al viento mis labios. No soy penélope, soy Ulises, una mujer que salió en un barco buscando el último pedazo de su puzzle y que cuando lo encontró como dicen los campesinos colombianos, vio el cuero del tigre y se asustó. Me miré a un espejo y dije ¡es eso lo que soy yo! todas esas cosas feas, todas esas oscuridades, todas esas luces y también todas las solidaridades.
Quiero que al abrir mi ventana entre un calor de verano, quiero ver una playa al fondo y ver a mis hijos corriendo por entre ese coqueteo entre el mar y la arena. Tan poco pido a la vida, más que no deje de sonreir, no pare de viajar, no me quede en casa cuando el sol calienta y no pierda un chocolate cuando hace lluvia. Quiero respirar toda la fuerza de la tierra, besar los árboles, dormir abrazada a pepita lumpen, no parar, quiero vivir. En toda esta fuerza que sin embargo pienso pero no movilizo, me pregunto qué es lo que la vida me quiere enseñar, porqué me arranca, me desdibuja las sonrisas y me deja con esa sensación de no haberlo vivido todo aún, esa eterna y malsana insatisfacción humana, común y corriente.
Mis muertos de nuevo hablan me dicen que todo va bien, me anuncian marineros que saben aguantar el mistral de mis anhelos, me dicen tranquila Liz, tranquila muchachita loca, que tu próxima estación es tu adorado caribe, la ciencia esa que tanto te enamora, la compañía de tus parceras, los abrazos de tus parceros, los tes con tu madre, los besos en la frente de tu padre, tranquila Liz que lo que se viene ni siquiera lo alcanzas a imaginar y yo les pido que por favor sea un ratito en Puerto Colombia, una arepita santandereana, una cumbia bien bailada y un ron en Cartagena.
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Respira fondo, abraza la tierra, contempla el mar, este hombre grande que se cree soberano pero cambia su forma con qualquier mirada o sonrisa de la luna