Narco Déco: el cuerpo de las mujeres
Mea culpa. Con la misma fascinación de un voyeur vi un comentario de facebook de una amiga de un amigo, sí, así es la vida uno se mete a facebook -eventualmente- de alguien que no conoce. La cosa sucedió porque la mujer posteó un vallenato (música tropical colombiana) que se asocia con músicas que los paramilitares (ejércitos privados, asesinos a sueldo) mandaron componer en las tierras de Gabriel García Márquez. Pensé que bueno el gusto musical de la chica, venía acompañado con una foto de ella, cual sirena, mostrando su flamante trasero y con boquita de deseo. Se me revolvió el estómago.
Me siento agredida por la estética narca de algunas paisanas
colombianas, yo se que cada una tiene la libertad de ser y estar en el
mundo, pero ay madre mía lo que una puede llegar a ver en este feisbu.
Tendremos que soportar más fotos que parecen la portada de los 40
cañonazos o peor aún, la típica foto para catálogo de burdel club de un
cartel, ¿no puede haber una cosa auténtica?. Si, yo no tengo autoridad
moral pero me preocupa que eso se vuelva lo autenticamente colombiano.
Vengo de una familia que pertenece al mundo calentano, la mía viene de la frontera con Venezuela, son mujeres voluptuosas que andan con ropas aireadas por ese mítico calor del norte de Colombia. Pero de un tiempo para acá, digamos, desde que los narcos impusieron que para ser guapas teníamos que tener proporciones exageradas, la mayoría de las chicas pagan grandes cantidades por implantes de silicona, exageran su lenguaje corporal al borde del deseo, hacen primeros planos de sus nalgas bronceadas y se ponen como en una vitrina ¡a la venta!
El éxito de la foto radica en un montón de comentarios de los hombres que son respondidas por las chicas como - gracias papi, gracias amor, hola lindo- argggggg meloserías más bikinis me recuerda que el valor de la mujer se inscribe en cuan seductora puede ser para ganar clientes en un burdel y aunque las putas me encantan porque son mujeres resistentes y decididas ¿por qué imponer estas maneras de interactuar? yo tengo la intución que los modelos culturales de los narcotraficantes ha llegado a disciplinarnos en un cuerpo hegemónico, que nos ata, nos marca, no nos deja ser auténticas.
Lo popular. Puede ser que esté metida en esas trampas de la distinción, puede ser que me haya educado en una familia demasiado amante de las buenas maneras y que no quepa duda que la clase media siempre ha discriminado los calentanismos, con esas ansias de dárselas de europeos, con la nostalgia del criollo desclasado que tiene sangre mestiza, pero lo popular ha sido impregnado de esto que les hablo hoy, de una profunda violencia hacia nosotras. ¿por qué tenemos que inspirar deseo para que nuestro autoconcepto suba como el termostato? Yo francamente no comulgo con estas estéticas que objetivizan a la mujer como un vertedero de las necesidades de los hombres, es tan estereotípica la cosa que no hay un charm verdaderamente particular, es como una fábrica de mujeres, todas iguales, todas planas a nivel expresivo.
Me harté del Narco Déco, que en nuestra tierra le decimos traquet Déco, ese arte narcotraficante, desmedido, empalagoso muy similar a los indianos de la época de la conquista y la colonia española. Son nuevos ricos que exageran a un nivel casi traumático todas las formas arquitectónicas, musicales, todas las arenas de la cultura. Pero aunque esto no deja de ser muy interesante como construcción de una subcultura ¡que no se metan con nuestros cuerpos! por mi se pueden ir al mismo infierno, pero que paren ya con este desastre que han hecho en las mujeres de mi país.
Reivindicando, pienso que no hay otro modelo que este, podemos expresar toda nuestra sensualidad sin necesidad de provocar (bueno si así lo queremos está bien, pero que no sea una trampa cultural) para sentirnos más mujeres. Hay que ver la sensualidad de una mujer musulmana, la importancia de la mirada que penetra sin necesidad de desbordarse, todo con una justa medida, hay que ver el cuerpo de una indígena que se para tranquila frente a nosotros y que también desarma hombres, hay que vernos a nosotras todas, de todos los colores y sabores, sin el pie masculino sobre nuestras cabezas, la sensualidad de cada una que es apenas un gesto sútil que es único, que no se repite.
No digo que yo no caiga también en la hipersexualidad cliché de las colombianas pero hoy quiero comenzar a transformar esos lenguajes y desencadenarme de todas esas cargas de cocaina que han coronado los Estados Unidos y que al volverse dolar, hicieron de las mujeres un trozo de carne para el consumo. Remedios la Bella ¡auxiliame!
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