Lucrecia: la tarde con Gainsbourg


Lucrecia escucha en las tardes a Gainsbourg. Hay momentos poéticos en la caída de la tarde, cuando los colores se intensifican y la ciudad es de color ocre, una ciudad ciertamente viva y llena de pitos y semáforos. Verde y dorada con una luz que sólo se puede ver en el caribe, en estas Indias perdidas y y tercermundistas. Iba diciendo que Lucrecia ama escuchar a Gainsbourg, por un sólo ánimo: a ella las canciones del francés le hacen el amor, desprevenidamente, y de manera cuidadosa. Un vino y la música son dos cosas tan voluptuosas que terminan por besarle la boca, la boca que ella entreabre, mostrándole el rostro al sol de tarde que calienta sin violencia y que a ella también la pone ¡tan voluptuosa y tan latina!

Luego las notas suben tranquilas por entre el vestido channel de Lucrecia, suben despacio como un viento de enero, suben besándole las rodillas, mordiéndole los muslos, cada vez más desnuda Lucrecia, cada vez más redondo el malbec en la lengua, cada vez más un vacío que explota entre los senos y le acaricia el cuello. Talvez por eso para Lucrecia las tardes en soledad son valiosas porque desde que se transmuto en la flor de un curubo no para de sentir.

Esto no es una simple alegoría erótica, hay algo también de fuerza en esta música - piensa Lucrecia- es quizás que Gainsbourg tiene esa violencia de la mañana, del despertar a los sueños más cómodos o a las pesadillas más deseadas. También el vértigo de una ciudad rota en obras, llena de putas y de niños con hambre, también es la guerra y el fin, es la pura muerte y el sexo puro. Lucrecia entre la seda, Lucrecia entre la sangre, dos cosas tan similares por lo finas y por lo trágicas. Si esta mujer que vive en la gran casa de la enredadera no se hubiera vuelto planta, no comprendería los relatos ocultos de la música de Gainsbourg y talvez haría el amor con Bethoveen y el siempre malbec. Ahora Lucrecia en el claroscuro quiere ser Jane Birkin y en el caso de que se pierda entre los sudores de las notas, sonreirá y se acurrucará contra sí misma, se morderá los dedos y esperará a Camilo desnuda y con los labios morados.

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