Pare de sufrir: el fetichismo del pasado


Pensamos con ánimo obstinado que todo tiempo pasado fue mejor.  Pero en general ese pensamiento es una poderosa trampa, es claro que el pasado tuvo momentos de gloria pero quedarse en él, abrazándolo como único patrimonio de la humanidad es más que insano. Ahora bien, extrañar la calle, los amigos, las temporadas adolescentes es una cosa, lo fetichista es pensar que pareja, perro, gato o vida pasada fue un estado ideal de las cosas. La postal idealizada de la felicidad, conjugada en cualquiera de los tiempos, es un imposible, de eso no hay dudas, si uno se siente como un winner habitando un mundo perfecto, debemos llamar al especialista, es que de eso tan bueno no dan tanto y no es mala onda, es estar consciente de la condición humana, así facebook haga creer a todo el mundo en lo contrario. 

En este finde de habitación negra me senté con algunas amigas a hablar y noté que todas pensábamos a través de poderosos estándares de antes y después. Como en una esquizofrenia compartida, encontrábamos ese mejor tiempo, esos mejores ex novios, esos ex zapatos preferidos, esas ex iniciativas tan creativas que ya no vuelven. La cosa terminaba con ojo aguado y conmoción colectiva ¡oh que grandes fueron los 90 y las horrorosas canciones de Aerosmith! como por una vitrina nos veíamos hippies y felices escuchando Jefferson Airplane, amarrándonos los tennis y haciendo florecitas de papel crepe, yendo a las reuniones de la Juventud Comunista o amando sin prejuicios a nuestro novio Jonky que cantaba rasguña las piedras en la guitarra. ¿Alguien me puede explicar cómo se añora eso? deberían más bien administrar mejor el hipocampo y  de una vez abrir ese par de  ojos del presente ¡gracias ala por que no estoy con la rata de mi exnovio y he evolucionado a algo más que recitar a Benedetti o el veintiúnico poema de Neruda que todos nos sabemos! 

El modo hippie murió en mí cuándo me di cuenta que todo el mundo me chingaba, pero adicionalmente, la nostalgia es una fokin trampa,  al menos en lo que se refiere al corazoncito. Ese fetichismo por el pasado hace que hagamos museos dentro de nosotras mismas y empecemos a idealizar al cabrón que nunca nos acompañaba a ninguna fiesta con nuestros amigos o al que siempre estaba muy cansado y prefería ver la tele, al que se hacía el pendejo con nuestras expresiones de afecto, al que nos trataba como una pendeja inútil, o al que la celaba a una hasta con el hermano. Lamentablemente la mala memoria nos pone en el museo al chico sensible que nos daba toda la autonomía para que  siempre salieramos solas, al chico hogareño, al que nos colaboraba en todo, al que sí le importábamos, nos lo demostraba con celos. Hay que tener ovarios para reconocer que esos nombres de ex deberían por principio recordarse como simples humanos que caminaron con nosotras en determinado tiempo (chico otoño del 96; chico primavera del 2012 etc) y que todo muy bonito pero el muerto al hueco y el vivo al baile. 

No se trata de olvidar porque olvidar aveces es uno de los peores venenos, corres el riesgo de repetir ese "él cambiará algún día" o "es la primera vez que me pasa esto". No, hay que tener buena memoria, buen recuerdo de cuándo, quién y cómo te chingaron pero no para vivir retorcida en las malas pulgas y el rencor,  sino como mecanismo de autocuidado, "al toro no lo capan dos veces" dice la sabiduría popular. Lo que si creo necesario es cerrar los duelos, reconocer, dar sentido y luego olvidar los dolores. De nada sirve seguir mandándoles cartas perfumadas y musicalizadas por la nostalgia al ex que basicamente le importa un saco, o al amor platónico o vivir añorando el tiempo pasado cuando en este hay computador, si no, vaya y escriba una tesis en máquina de escribir a ver que tan bonito, o sume, multiplique y divida a papel, o no se ponga pantalón porque las mujeres se ven vulgares con ellos y pierden toda su feminidad. 

No todo pasado fue mejor, bajémonos de la nube. El tiempo no es una cosa tan lineal en mi opinión, al contrario, pasado,presente y futuro se mezclan en imaginaciones, nostalgias y acontecimientos en el ahora, sí right now. Pero el presente, el tan maravilloso presente está devaluado por estos ahoras, al menos en mi círculo. Vemos con desaire lo que pasó con el rock y el metal, lo que ocurrió con las relaciones, lo que nos produce ser mayores y tener que responder por el día a día capitalista y mezquino. Pero en general, el pasado es una cosa maravillosa y está respirando siempre en nuestro presente, así que mejor depurar como en un ejercicio de Feng Shui, toda la basura que nos hemos creido, guardado con la disciplina de la autodestrucción y que no podemos soltar, así de una, como quien quiere sacarse la migraña o la resaca, sin dudas y de manera contundente.

No se puede seguir adelante si se carga con toda la pensadera de lo que pudo ocurrir o del que ya no está, al fin y al cabo si se largó o si no continuó con una tenemos que aprender el pragmatismo de dejarlo ir. Es obvio que entre la multitud de mentiras que nos echamos no disfrutamos ese presente fresco y movido. Yo la verdad no anhelo volver a la sosa vida colegial ni a mis perversiones de universitaria, ya estuvo bueno, ahora me gozo mi estatus actual de ser una chica de 33 años con muchas ganas y sueños, que no desperdicia presentes en lamer compulsivamente el pasado - eso claro, es un mantra,  porque básicamente si escribo esto es un autoregaño-. 

El fetichismo del pasado llega a cansar, primero porque parecemos veteranas de guerra juzgando por doquier con ese agrio "yo sabía" o "ya se para donde va esto" no sea loca, nadie sabe para dónde va nada, es más nadie sabe un carajo de la vida. Si bien el fetichismo del pasado es creepy,  el miedo al futuro ni hablar. Será por eso que vivimos agarradas a la carta de timoteo del primer noviecito que no queremos olvidar porque es que eso si era amors o al diploma de licenciatura que nos susurra amorosamente "un día terminaste una tesis y te graduaste" o esa foto de cuando no teníamos panza o vivíamos sin celulitis. Será porque al pasado podemos anclarnos, en cambio el vertiginoso presente nos da, nos quita y aveces nos quedamos mirando el panorama actual de nuestras vidas diciendo What the Fuck! así es, somos unas cobardes que no nos gusta maravillarnos con la montaña rusa del presente, preferimos las tazas de te, tranquilas y controladas del pasado. 

Tampoco es que el presente sea un monstruo come niñas que añoran el pasado, más bien es una oportunidad. Dejando mi tono autosuperativo, creo que las mujeres podemos despedirnos del pasado traumático o del fetichismo hacia recordar nuestros adorados días sin preocupaciones, a través de rituales, pequeñas acciones para los duelos personales que nos dicen "no quiero salir de ahí", ritos de paso para ser más libres, si no lo hacemos, el riesgo de vivir como un disco rayado es alto. Por eso, la única salida es poder reirse del pasado permitiéndose algun que otro momento de nostalgia, pero del resto, recordarlo como un lugar naive, con colores que mutaron y que ahora se pusieron más interesantes. 

Así es, el único patrimonio real que tenemos es este presente, malgastarlo con críticas y piedras es una estupidez, creernos el cuento del carpe diem, peor, porque solo nos demoraremos en volver a cagarla. Más bien escuchemos ese viejo "panta rei" a propósito de mi epístola según los ex novios, agradezco que uno de ellos me hubiera enseñado que dejar fluir era la única premisa con la que contabamos y a Stoller (antropólogo él) hay que agradecerle habernos enseñado que no se fluye de una única forma, porque el agua es adaptable, se transforma y tiene múltiples estados. Lamentablemente últimamente me siento en gaseoso, flotando sin pies por los vientos del ayer, pero vamos p'a lante a ver cuándo me vuelvo río y a mi paso crecen florecitas, bue, una intenta ser lo menos hippie posible pero... 

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