Pensar es altamente femenino

Ha sido una época de huracanes. La estación centro ha hecho que confluya con mujeres de otros tiempos que me han mostrado su dolor y sus fracturas profundas. Me he dado cuenta que cada día me vuelvo menos tolerante a la injusticia. Me ha dado rabia y parezco un murciélago huraño dentro de mi mundo. Mi corazón se ha hecho jirones, se me ha hinchado como una bomba que luego se desinfla y queda muy arrugado.
Si no fuera por Iván all my days, por su terquedad de que saquemos adelante y juntos nuestros proyectos, si no fuera por Luz Ma y por May que me han paladeado mi crisis de trabajo de campo, por Luciana que me recuerda de dónde vengo, por Yeni y su capacidad de esponja, si no fuera por mis estudiantes que cada vez que me caigo, exponen y me dicen detrás de las palabras -creo y transformo - si no fuera porque soy dura y he sobrevivido tres suicidios, miles de muertes, hospitales y dolores, si no fuera por eso ya me hubiera perdido en la pena.
Las semanas que pasaron fueron históricas, de nuevo en este país ganó la derecha, patriarcal y guerrerista, subió al poder su candidato de oligarquía y matanza. A mí, los círculos de poder y privilegio me negaron la posibilidad de superar el techo de cristal de las mujeres, y mi jefe me dijo: tu sólo debes caminar de un lado a otro, con tu presencia ya es suficiente no tienes que hablar. Todo esto me mata por dentro y me envenena y entonces como un churrusco me meto en mi cama a llorar mi pena y a morder almohadas. Después está Iván y su mano - compañera levántese - y con un beso me deja recargada para las siguientes semanas.
¿Qué hacemos con Colombia? ¿qué papel tenemos nosotras, las que parimos, las que trabajamos, las que enseñamos? Mi mirada quiere volver a los cerros grises, a la satisfacción que me producía ver desde Ciudad Bolivar y Cerro Norte la ciudad de Bogotá. Yo quiero hacer, pero la estación centro me dice que debo pensar. Aveces me voy al mundo de mis recuerdos: mis pies en los barrios, mis brazos que sólo saben de abrazos, mi boca que sólo denuncia y besa. Los kilómetros de pobreza y alegría rodeada de niños y viejos y otras mujeres, mis amigas igual de guerreras a mi. La Luz Ma y su fuerza montañera, la Luciana y su militancia de arenga, La Sandra y su profunda coherencia.
Aveces quisiera volver en el tiempo, besar a Iván en esa esquina de Kennedy, tomarle la mano - compañero levántese - y llenarlo de sonrisas y regarle besos en el cuello y apretarlo hasta que reconozcamos que no somos uno sino dos. Iván all my days viajó a San Salvador y yo me quedé aquí, anónima en este blog que nadie lee, entre las horas más perdidas, hoy estoy de luto porque me he perdido y no me encuentro, porque lo mío son puras derrotas: políticas e internas. Mi voz interior me dice que necesito más de la gente y del trabajo de campo. Yo sigo protegiéndome con mis amigas mujeres, necesitamos ser fértiles y me siento como Sarai, repudiada y negada por no querer decir lo que quieren escuchar.
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Att: Bogotana, virginiana...