Próxima estación: México

Y entonces empaqué mi maleta y metí el libro de cuentos hispanoaméricanos que mi adorada Judith Villamizar me metió en la vena y luego en el corazón (sí lo admito últimamente mis metáforas de droga son más recurrentes). Y luego también puse un billete de 20 pesos mexicanos. Llamé a Gabriela y le dije: me voy para méxico ¿ tú que opinas? me dijo que por una vez en la vida dejara de desear tanto y me pusiera a estudiar para el examen final de doctorado. Y entonces en un correo virtual me escribió un viejo amigo diciendo que en el Paseo de la Reforma estaba la Carrington esperándome y yo volví a recordar la tarde, el olor del cuarto de los libros, el maravilloso descubrimiento de la Dama Oval. ¡Hum! le dije a Gabriela, definitivamente hay días azules que se me meten en el cerebro, no tengo suficiente voluntad, soy una madeja de deseo, deseo deseo deseo deseo deseo y Gabi, al final lo peor es que me satisfacen, es que se me cumplen. Sí soy una ninfómana de recuerdos, una coleccionista de ayeres trasnochados, una mitómana consagrada. Será porque llevo un huracán en mi sexo, porque me gusta morder tallos de flores inocentes y porque me encantan los rótulos amarillos. mmm , Sí , es que yo aparecí en Luvina, una noche calurosa de enero y desde allí no hago sino pedir deseos y la buena suerte me persigue. Pero eso no es gratuito, ni es viejo, es una coyuntura, una estación de esta vida en la que he sido sobreviviente y he aprendido a hablar con las orugas.
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