El Charco
Pequeños de Barahona En República Dominicana 2013
María celeste metió la sandalita
un poco más adentro de charco caliente. Luego decidió con racionalidad de mona,
que el pie desnudo podía hacerlo mejor,
sintió el barro de la profundidad del charco, sintió ese lodo que
invadía democráticamente sus uñas y hubiera seguido hurgando con su pulgar
libre y chiquitito, de no ser porque
advirtió un renacuajo. Se quedó pensando qué extraña creatura podría estar en
el agua sucia y cómo es que nadie le había dicho que en esa canal de aguas
sucias había algo vivo.
Todo eso estaba pensando María
celeste cuando llegó su padre al rancho. –Limpia esto mujer- dijo con voz de
mando sentándose en el comedor, se quitó el casco y se quitó el sudor de la
cabeza. María Celeste con los pies sucios se acercó tímida en el marco de la
puerta, que en vez de esta tenía un velo de cortina, rescatado en las basuras del
mar –saludo paí- El hombre levantó la mirada y le gritó a la mujer – Anabel,
que limpies esto te digo, que la cachipa tiene tó sucio- Anabel corrió a
limpiar –viejo mío, es temporada de zafra, no lo sabrá tu que trabaja´ en el
ingenio- y le sonrío a Celeste.
– ¿Qué hay de comer?- le dijo el hombre y Ana respondió - tengo moro y agua que todavía
tengo enfriando en el balde- lo dijo muy suave casi sin escucharse – Anabel no se te
oye nada mira, habla más fuelte- gritó
él - Mira, Viejo, que tengo como una debilidá, no sé qué me pasa- . Sollozó
mientras agarraba a Celeste y se la ponía en el filo de la cadera – esta niña,
necesita bañarse los pies-.
Ese era el último recuerdo de
celeste viendo a Anabel cerquita de su cabeza y ¿cómo es ese recuerdo? Ana huele a yerbabuena que ella cosecha en
el pequeño conuco, la pone a hervir y le echa cáscara de limón y
la pone en un spray, se la echa como perfume para soportar el calor y oler a
fresco. Ana tiene la piel suave y perfecta, apenas dolida por unas chispitas
de coco que le cayeron cuando intentaba hacer la melcocha del palito e` coco. La frente de Ana está más caliente que el
agua del charquito, a Ana le gusta besarle el cuello a Celeste con besos
sonoros de trompeta ¡muach muach! Suenan dos besos seguidos que pone Ana en su
pequeña estrella.
Y era el último recuerdo porque
después de ese día se la llevaron para el hospital, le dijeron los médicos al hombre, que le
había bajado la fiebre y él apretó el casco que tenía cubriendo el vacío de su
barriga y apretó a celeste contra la pierna, sin sonreír, porque los machos no
demuestran los sentimientos. Pero luego, los médicos inexplicablemente le
dijeron que se le habían bajado las plaquetas y que eso ya había comprometido
la mitad de sus órganos. Dos días
después murió Anabel Feliz Ventura, de
21 años, a las 2 de la madrugada de un viernes, dos días después que le dio la
debilidad y tres meses antes de celebrarle a celeste su aniversario número 7. Cuándo a Celeste le preguntan de qué murió su
mamá se queda pensando si acaso sería mal presagio haber visto ese renacuajo aquella mañana en
medio de la canaleta y responde – la picó un dengue- mientras mira como perdida
su pie en la sandalita.
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