Verónica: mariposas envenenadas de dicha

Tic tac tac tash tum respira tic tac tac tash tum respira. LLuvia. Paso cansado, furibundo ataque de las gotas de lluvia. Verónica se agarra el pecho debajo de la lluvia y ve la ciudad tan sucia, la ciudad gris de abrigos y paraguas. -he de morir un poco, que yo he de morir un poco- piensa mientras la sordidez de la calle la llena de bocinas y de estrépitos de carros. Al frente está él mirándola bajo el paraguas y ella le estira una de sus manos -ven, ven, ven- grita con los ojos miel la Verónica total. Él permanece sin ninguna expresión en su rostro, él habla con el silencio, ella sabe el lenguaje de la angustia. 

Por entre la avenida, Verónica esquiva autos, no baja la mirada, confía en su oido. Tic tac tac tash tum respira tic tac tac tash tum no lo dejes ir, piensa ella. Agonía.. Verónica cae frente a él, no la recibe, solo cae de rodillas, el asfalto duro y mojado, medias de seda rotas, boca abierta, ojos diluviantes, lluvia dulce, agua salada del mar de las angustias. - Amor- pronuncia -amor levántame- él permanece, sus ojos azules perdidos en la rabia.  

Silencio de Verónica que habla: puedo reconstruir cada rincón de tu pesado cuerpo, de tus piernas de gloria, de los giros, los interminables giros de tu pelo, puedo sentir el olor profundo de tu ropa, el mar verdeazul de tus ojos, tu mirada que lo dice todo cuando pronuncio tierra, cuando nombro tu nombre, tus prolongados silencios, tu espalda y al frente el mediterráneo de otoño.

Cuánto más podré aguantar el abismo inclemente, la desolación, la distancia. Ahora me siento con la memoria entre las manos, con el horizonte en eclipse de cinco lunas, en la oscuridad obscena de la media tarde. Compañero mío te he perdido, no te encuentro más en mis historias, ni en mis letras, ni en la calle. Te veo dormido, menguante, como una estrella intacta en el vacío del cosmos y quiero contenerte y no soy más que aire perdido, isla náufraga, alma sin aliento. Soy una neblina, acaso una mujer, soy una sombra.

Amor perdido, se está muriendo la muchachita , no tengo más que heredarte sino este duelo de morir un poco, este tiempo que dibuja porvenires entre esta tormenta de sucesos, aquí te dejo  una buena noticia, una estación de flores y fresas. -ven levántame-  gime Verónica, pero él permanece bajo el paraguas.

Silencio de él que habla: no existen mas horas sino las horas de tu ausencia, hombre muerto que se olvidó de respirar y contuvo la vida dentro de una caja oscura llena de adioses. Amada ya no eres mi amada sino una extraña mariposa que se enveneno de dicha. Verónica de los callejones y de las canciones, de los vestidos y de las telas, ya no eres más que el recuerdo herido de una lágrima rota. 

No pasan ángeles en los silencios, pasan horas. Tum tash tiz sas ahhhhh no pasan ángeles en los silencios, pasan horas. Verónica en el suelo, él caminando hacia el futuro. Se levanta, camina, dos, tres, camina, dos, tres, camina. Al frente la avenida, los carros, las luces de las 6:30 de la tarde. Verónica las rodillas que sangran. -que me muero, hoy muero, ya muero, un paso y muero- entonces deviene el ruido y Verónica se muerde los labios hasta romperlos. -Mierda mierda- le dice a alguien que está a su lado -esta ciudad no tiene mar-

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