Mujer busca espejo que no mienta

 1987 quiero abandonar la fiestita de primera comuniòn y no puedo. Me piden sonreir para una foto al lado de mamà, apreto los dientes con rabia, sonrisa de hiena.

Lados oscuros los tenemos todas: hombres y mujeres, aliens en las pelis de ficción, santos y santas, niños polimormos crueles y ancianitos asesinos y violadores. Yo vibro hippie como una medusa en el océano buscando rumbo, algo de zooplacton diario, otras medusas para bailar moviendo los cilios. Pero  hay que ver que de vez en cuando me transformo, me vuelvo detestable y sale como un rayo  la rabia, la mala onda, la arpía que vive en mì, le pego su quemón de aguamalita al que se me acerque.

Ahora en metamorfosis soy una especie de caleidoscopio, depende de quién me agarre, me agite, sabremos el resultado. O múltiples colores, mùsica, besos, mordisquitos dulces o patadas, mala onda y mostrada de colmillo. Un amigo me dijo que prefería el lado bonito, la liz luz,  la vibración de aguamala tranquila, nadadora y bailarina, otro se me acercó al oido y me dijo que le gustaba mi lado oscuro, mi arrebato y mi acelere, la palabra me alcanzó a rozar la oreja casi como caricia y yo tomé a ese mosquito entre las palmas de mi mano y sonó plap. Después vi esas palabras estrelladas ya sin patitas y las tiré al suelo del parque donde estábamos. Peligro, un macho busca a la liz del lado oscuro, peligro, disque un hombre nuevo quiere domar a la Liz del lado oscuro y hacerla luz. Que no y no, no quiero ni sonrisitas, ni vestidos blancos ni dominación disfrazada de Benedetti o Neruda. Para machos... militantes de izquierda y milicos.

Huyo entonces con la solidaridad bruja a las palabras y mundos femeninos. En las amigas está el secreto que nosotras conocemos, el punto exacto de explicación, que yo Liz no soy sólo luz y oscuridad como si tuviera trastorno afectivo bipolar o como si tuviera un delirio, un problema de múltiples personalidades. Yo soy un claroscuro igual que el 100% de los mortales. Me quedé pensando si podía vivir sin estar embriagada del deseo por un otro y me respondì autènticamente que no, si los hombres son lo màs delicioso del mundo y si ademàs mi vida tan enteramente aburrida necesita el rock and roll de la testosterona. 

También me quedé pensando que sabía y comprendía en que consistía mi lado oscuro, era esa fascinación por inventarme historias de celos, paranoias de estoy sola y abandonada, recursos poco estéticos de comer pared, encantamiento por ver películas de Bertolucci y dormir con los lentes de contacto puestos, audacia de entrar con el carro en contravìa, invertir mi energìa en fallidos procesos de autodestrucción. Tuve que hacer algo al respecto y entré a una escuela de flamenco. Imagine que toreaba mi oscuridad y fui repasando con mi falda sevillana, paseo, giro, sexta, abre, clava las banderillas al monstruo inclemente del sí mismo. Yo que estaba al frente de los espejos de la academia de danza, vi una mujer y pensé que no era yo... claro, no era una pose, era Liz claroscura - a propósito desgreñada y con la falda torcida-, me quedé absorta quebrando las muñecas cuando la maestra me gritó en el oído -giro mona, ahora, taconea-


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