Los domingos, los perturbados domingos


Dice la sabiduría popular que para las rupturas y los desapegos no hay nada mejor que un viaje. Saqué una libreta de años anteriores y busqué en seis meses cumplir la mayoría de los sueños postergados, es que ya tengo 31, es que no se puede pasar la vida quejándose de lo que pudo hacerse y no se hizo. Me fui al Sahara y dejé en el desierto todos los miedos a lo desconocido, a lo diferente. Viajé a Lisboa y toqué hasta el fondo las oscuridades que una mujer promedio puede tener, dejé media vida en medio de los tranvías pero todavía no estaba lista. Entonces empaqué las maletas a Viena y por primera vez rompí el silencio de 10 años de haber dejado de escribir etnografía, de escribir con el corazón, pero Viena me liberó de los hilos más sutiles del dolor del autoritarismo, del edipo no resuelto, del ex novio malo y del amor romántico, volví atrás, repasé mis huellas y cambié el ciclo. 

Tanta energía desbordada, tantas veces que dije cheers, salud, tanta comida, tantas partidas, tantas conversaciones que repasaban una y otra vez: Iván, esto, lo otro, Vitor, Inma, Jessica, el cielo, las putas, las palomas, Freud, que haré, no haré nada,  quiero llorar, quiero partir, quiero acabar, Stephan. El Danubio, Theresa, Clara. Adiós. Huí al mejor lugar donde se puede huir cuando se deja el equipaje más pesado y se carga apenas una maleta con un par de bragas y una camiseta. Llegué a Brno y luego paré en Praga. La linda Praga me recibió con cuentos de hadas, con duendes y con castillos, con Kafka, con la buena comida, me di cuenta que era el momento de comenzar otra vez y como si fuera un papel en blanco empezar una nueva historia. Santiago Medina me dijo, yendo hacia el canal del Danubio, que ya era hora de borrar los recuerdos y dejar lugar para unos nuevos, en Praga dejé la rabia y entonces fue Dresde y Berlín... luego regresé a Barcelona. 

Hoy es domingo y mi cuerpo ya no da más, es una sobredosis de checks en mi lista vital. Pensé regresar a las cosas simples, que un domingo ideal sería ir al cine y ver una película profunda, salir a tomar un café, pasear mi perra, comer algo que me hiciera feliz. Regresar a Bogotá. Mis domingos sin embargo cambiarán, como cambiarán mis rutinas y eso da un miedo enorme. Cómo es esto de querer una vida simple y después que no se tiene, despertar al desolado lunes y decir -después de un sueño intranquilo Liz Corner despertó convertida en un depresivo insecto- Kafka me perdone, empaqué en la maleta todo el melodrama checoslovaco. Me permito escribir tristezas, es un momento, no se aburra, estos bajones de la vida también hacen parte de la condición humana, gracias al cielo no vivimos en el mundo de los ositos cariñositos, del pequeño pony y de fresita. Aquí uno se cae y como los discos viejos después aparece remasterizada con mejor audio e imagen de carátula,  si no, ponga All my Love  en el remasters de L.Z  eso si en un equipo de Bang & olufsen y dígame si todo tiempo nuevo no es mejor. 

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