Las caídas: el fin devino con la nikon rota

Bon Dylan le pegó al perro cuando escribió like a rolling stone. Es la historia de una chica que anda en la nube del éxito y luego se cae, el muy cabrón le dice -¿como se siente? andar por tu cuenta, como una completa desconocida, como una piedra que rueda sin dirección a casa-  viendo la vida de Bob reconocemos algunos amigos y yo, que es su soundtrack. Un momento similar lo tuvo Andrés Caicedo cuando nos pone una mona (rubia) divina que se vuelve "una melodía" con las drogas, la calle y la salsa y que al final nos dice ¡observen lo bajo que puede llegar a caer la burguesía! y así...  lo que ocurre con facilidad es que uno siempre cae al fango, algunos lo hacen con cierto glamour y otros lo hacemos con la capacidad de una niña de seis años. Me gustó caer. 

El fin devino con la nikon rota. Dice un parcero que hace cine, que cuando se hace un documental tiene que tener un dispositivo, me habló de las Cinco Cámaras Rotas, un doc palestino sobre el conflicto, una peli increíble y estremecedora. La cosa fue inspiradora. Una amiga me dijo que ella recordaba el inicio de su caída cuando le robaron la cámara en la puerta de su casa, otra me contó que había quedado en una deuda enorme por comprarla para que luego se la robaran en un autobús. Pero algunas se les ha roto su ipad -segunda cámara para muchas- y a otras se nos rompió la Nikon y desde ahí inició la caída. 

Me gusta la metáfora de la cámara porque la cámara es la mirada, una especie de artefacto que hace posible representar el mundo que se percibe, mostrar el significado, la verdad para uno. Cuando nos roban la mirada, nos perdemos un poco, nos olvidamos de quienes somos, cuándo nos la rompen definitivamente creemos que nunca volveremos a recuperarla. Mi nikon se rompió en Chicago en enero de 2014 y he permanecido viendo fragmentos confusos. Dejé de tomar fotos. Hace unos días después de cortarme el pelo para que me creciera con buenas energías, decidí irme al Salvador a recuperar la mirada, pero la Nikon hizo corto, no funcionó más para mi mirada. En esa relación entre las cosas y yo misma, pensé que era un anuncio de un proceso de saturación de mi ausencia de mirada, me hacía falta mi misma, sin tener que darle explicaciones al mundo que no soporta el autoamor de las mujeres y lo califica de egocentrismo. 

Pero las cámaras comprendo yo, tienen que perderse, tienen que romperse. Imagino que no de la manera como las mujeres solemos perderlas, pero ese no rumbo, esa no interpretación, esa confusión latente de la mirada, nos hace reorganizar los pedazos, entender que el lente que se rompió no estaba protegido, que a pesar de todo somos un producto de la cultura y de la familia y que para tener una mirada propia y una voz propia hay que caminar en luz y en sombra. En luz es fácil caminar, lo duro es no ver nada entre la sombra, luego de mucho caminar uno encuentra que la sombra tiene una lógica, no solo de maestra sino de espejo y de medir la capacidad de los seres humanos para autodestruirse o autocuidarse. Cuando a uno le roban la mirada lo manipulan, cuando a uno le rompen la mirada, lo borran y le imponen la que quieran y eso lo nota el mundo y lo nota uno. 

Por eso lo mejor es usar la cámara como un artefacto que se desgasta y que tiene que cambiarse, esto para seguir con la metáfora, a las miradas de las mujeres no se les debe ni romper ni borrar sino que ellas mismas se transforman con el tiempo y el viento. Pero si además de que te la rompen le cae agua, estás en aprietos, no tienes horizonte de mirada y tienes que ver a través de otros y eso solo es posible cuando uno tiene claridad sobre su propia forma de ver el mundo. Sin embargo, como las mujeres estamos hechas de fibra, estoy recogiendo cada pedazo ya no porque requiero mi libertad y mi autonomía, sino porque he permitido ceder mi mirada a partir de la fuerza. Perdí, no me gustó perder. 

Me di cuenta que somos expertas en llenar la mirada perdida con excesos. Exceso de borracheras donde se olvida que ya no vemos, exceso de drogas para poder huir del hecho de que perdimos la mirada, exceso de sexo para poder omitir que queremos que nos quieran así, con nuestra mirada medio rota o medio robada, mi preferido: exceso de trabajo, para ocupar las horas y no darnos cuenta que no queremos ver que nos rompieron la mirada, exceso de chisme porque es más fácil hablar de las miradas de los demás que de la de una. Hasta que un día la cámara nos hace corto y nos damos cuenta que la única manera de encontrarnos es buscando entre la memoria y entre los olvidos y ahí nos damos cuenta más o menos de qué va la nueva mirada y con frecuencia después de caer, somos menos ingenuas, más interesantes porque también amamos nuestra sombra y no nos la pueden cambiar como tampoco nuestra luz. Al fin la familia, los amigos y los compañeros son los que conocen los matices entre luz y sombra, por eso nos aman, por eso nos acogen, por eso nos recuerdan los colores o los grises cuando es necesario.

El fin devino con la Nikon rota, mucho gusto... he transformado la mirada de nuevo. Ahora el reto de nosotras las de las caídas y recaídas es florecer de nuevo. Yo no creo que todo sea permanente, pero creo que a falta de desiertos para meditar, la sombra nos ofrece terapia de choque y los fragmentos la posibilidad de reunirlos, esta vez coherentemente con lo que buscamos, pero lo siento eterno y temo rendirme. Pero la valentía late de una manera insospechada, el resultado es decirse al oído las palabras del viejo Antonio:

"(Rendirse) Esa palabra no existe en lengua verdadera, por eso los nuestros nunca se rinden y mejor se mueren, porque nuestros muertos mandan que las palabras que no andan no se vivan". Después se va hacia el fogón para espantar el miedo y el frío.(...) El Comité, como es costumbre en estas tierras, hace una votación para ver si toman café o siguen buscando el equivalente de "RENDIRSE" en lengua verdadera. Por unanimidad gana el café. NADIE SE RINDE..."

Les dejo a esta diosa por si ustedes también se cayeron y se están buscando.



Comments

Por los mismos pensamientos de ruptura transito, gracias por tus palabras, bálsamo a la confusión... esperando cambiar la mirada y la lente. Un abrazo

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