Egoteca: las cosas tienen flow
Alguien dijo que las mejores consumidoras éramos las mujeres, la base de todo, hasta del capitalismo -pensé- pero el amor por las cosas viene de atrás, cuando me imagino nos dejaban recolectando y cuidando la casa, eso, en tiempos prehistóricos nos convirtió en cazadoras de cosas. Recogíamos cuanto encontrábamos para hacer gala del cuidado de los otros y nos volvimos increiblemente sofisticadas para encontrarlas, luego devino ese gusto por la belleza y por hacer del lugar en el que vivíamos un espacio para "el hogar".
Mis antropologías mutantes me hacen deducir que eso fue decantando hasta que el capitalismo se dio cuenta y dijo "hagamoslas fetichistas de la mercancía" pero digámosles que comprar las hace autónomas y libres. A cada rama que antes adornó las mesas de las cromagnonas y las neardenthales, le pusieron precio y nos tocó obligatoriamente ser cazadoras de rebajas, black fridays y outlets. Pero qué hay detrás de las cosas, ¿es una compulsión capitalista la de las mujeres? nosotras las que nos jactamos de la palabra "intelectuales" miramos con desdén a las guapas chicas que van de tiendas y se gastan sus haberes -o los de sus maridos- en las grandes marcas, pensamos que de todo puede pasar, menos que terminemos dándole gusto al capitalismo, pero él, tan sabio, se inventó tiendas alternativas para nosotras ¡todo se consume! y una hippie chic es un caldo maravilloso de cultivo para hacer de lo diferente, algo altamente costoso.
Pero es que las cosas tienen flow. Hace poco en como dijera una de mis mejores amigas -un rosario de lapsus- perdí casi todas las que más me gustaban: un mac pro, unas botas hasta la rodilla, un vestido de rayas, uno rojo, una chaqueta de cuero y al día de hoy mis gafas no aparecen. Pero es que todas esas cosas estaban atadas a una historia, el mac a la última compra realizada con el ex, el vestido recuerdo de una noche maravillosa con un hombre maravilloso, el rojo de mi primera nochebuena en Europa, la chaqueta de mis años metaleros de chica ruda. Cada cosa era un montón de lugares y personas. No era capaz de realizar un viaje sin unas botas que compré en un centro comercial de L´Hospitalet de Llobregat y la chaqueta de cuero, made in Colombia era un pedazo mío, no la botaba para recordar que una vez amé con locura cantar To Mega Therion. Pero es que las cosas nos acompañan, son expresiones de uno, rasgos, pedacitos de historia.
Alguien una vez me llamó la atención por mi gusto pequeño burgués de andar comprando cosas, no es que compré mucho, porque a ver soy socióloga, mi sueldo llega a ser el mismo de cualquier investigadora precaria, pero para mi las cosas, son de puros crush. Sin embargo y como buena hija de la clase media emergente, siento culpa al comprarme algo mayor o igual a 100 dólares, ese es mi top del gasto, pero alguna vez en un taller con mujeres de la salud, alguna enfermera dijo que la manera de ella saber que se cuidadaba era comprándose lo que quería, ese vestido, ese bolso, ese perfume. No me pareció tan descabellado, no se trataba de comprar compulsivamente para cumplir con el estereotipo de la mujer así o asá, tenía que ver con que sienmpre trabajamos para los demás y sentimos culpa cuando las cosas son para nosotras y nos sentimos muy orgullosas al comprar para nuestros hijos o novios y quedarnos con los calzoncitos rotos.
El día de la madre nos regalan licuadoras, ollas, etc. Espero que esta práctica se esté desmantelando por el bien de las sociedades, pero destinar toda la parte de cocina del carrefour o el Jumbo y la feria del electrodoméstico como regalo para las mujeres, debería ser penalizado con trabajo social en género. No, inconcebible, fuera de todo foco regalarle a una mujer escobas para que este feliz, sólo estoy a favor de dos electrodomésticos para mujeres: la lavadora y el taladro. El otro extremo es patrocinado por el feminismo recalcitrante, no recibir nada porque es una trampa del consumo, a ver, the gift, dijo el gran intelectual Marcel Mauss, todos los seres humanos nos movemos con los regalos.
Las cosas son parte de la cultura y la capacidad de crear cosas bellas y útiles es de lo mejor que los creativos y creativas nos regalan cada día, ¿por qué no hacer de lo útil algo bello? y como la belleza es subjetiva, ahí estan los artesanos y los diseñadores poniéndole color a lo gris. Sin embargo uno tiene que ser crítico en la relación con las cosas, ni vivimos para ellas
, ni ellas nos definen, ni ellas son imprescindibles, podemos dejarlas ir porque así es el ciclo. Las cosas viejas se redistribuyen una vez han cumplido su función, pero esa función puede durar mucho tiempo, así, apoyamos el consumismo, como dijera un amigo: "consumismo carrito, cosumisma chaqueta, consumismo sofá" hasta que sea tiempo de darlo a quién lo necesita o de transformarlo en materia prima para otra cosa.
Las cosas impuestas me generan repulsión, generalidades como "las mujeres aman los zapatos" o que nos releguen al centro comercial como la nueva cocina. No es cierto que todas amemos consumir, no es cierto que sólo necesitemos shopping terapia para salir de la tristeza, no es verdad que adoremos esos batallones de gente adorando el black friday y comprando lo que no necesita. Aquí hay de todo, el mundo es diverso pero claramente eso no lo entendemos si no en la lógica de las múltiples cosas para comprar. Las cosas bellas y que producen crush a menudo no están en los centros comerciales. Existen un montón de posibilidades, gente creando todo el tiempo y la única manera de encontrarlos es caminando, por eso en los caminos he encontrado las cosas más bonitas que me acompañaron y otras más que me siguen acompañando. Las cosas tienen flow porque hacen parte del sentido y del juego, nos acercan a lo humano y a la capacidad de producir cultura y arte.
Pero sigo prefiriendo a las personas, a los árboles y a los animales (incluyendo bichos), porque son únicas, porque son imprescindibles y porque tienen ese fueguito que las cosas no tienen. Entre tanto, encuentro gente linda y les hago trueques, cosas amadas por mi que entrego de la manera más hippie y nueva era, pero es que yo también tengo en mi pasado esa recolectora cromagnona que quiere ver feliz a la manada y que guarda quitapenas para sus humanos amados, finalmente yo no quiero "quitarme el pan de la boca" yo quiero que todos comamos bien. En mi inventario de bruja, tengo muchos artefactos y los cuido para cuando alguien los necesite, no está de más dejar ir para abrir espacio a lo mágicamente nuevo, ese misterio del presente.
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