Pam: las adicciones

Pam se mira en el espejo, lápiz corrido, pantalón de jeans and jackets roto, uñas comidas, ojos de conejo. A Pam, le acaban de romper el corazón. Acto seguido mira a su derecha, sobre la montaña de ropa sucia que su mamá se niega a lavar por dignidad propia y Pam omite por justa adolescencia está su perro "infeliz" aullando a su dueña porque no soporta los alaridos en sí sostenido de ella, ya ha sido suficiente con que lo mojara en lágrimas. A la izquierda está la grabadora roja que ahora canta Alanis Morrisette, mientras Pam grita did you forget about me mister duplicity? se tira al suelo y piensa que nada más malo puede suceder. Pam, tenemos que decirte que eso es lo menos malo que le puede pasar a alguien.
Hablemos de la semana anterior cuando Pam fumó por primera vez en el laboratorio de biología. Julieta llevó dos malboros ligth y le dijo que aspirara suave y certeramente, Pam pensó que no iba a pasar la vergüenza de toser, así que moderadamente guardó el humo en la boca y lo sacó tímido a lo femme fatale, de medio ladito, después de pintarse los labios con un morado intenso, el mismo que usan Alicia Silverstone y Liv Taylor en el video de crazy. Ese fue el día que Pam se enteró que no era buena para fumar pero si para notar los pequeños detalles de los videos de Aerosmith y Guns and Roses: los arpegios, los riffs, Pam descubrió que se había enamorado de la guitarra. Ahora esta historia tiene un giro distinto, fue por culpa de Slash, de Page, de los solos dolientes del blues de New Orleans que Pam se volvió adicta a las guitarras. Ante la imposibilidad de tocarlas como los dioses, pam necesitaba un medium, un chico flaco y ojeroso que usara converse y que no confundiera plush con una loción, ni under the bridge con una marca de ropa. Pam necesitaba música.
En el pasillo más lejano del colegio aparece Martín, camisa leñadora sobre una camiseta blanca, converse, un jean gastado, ojos grandes, cara de niño, 15 años en el cuerpo. Se acerca a Pam, jardinera de cuadros, un barrilete en la mano, vacío en el estómago, preguntándose si sabe tocar guitarra. Camina con otros dos amigos, se acerca a Pam: así que tu eres la rompe corazones del San Bartolomé, pam no nota nada, solo le mira los dedos ¿sabes tocar guitarra? Martín, la mira sonriendo y le responde con la voz de niño hombre -si- Pam apreta las manos y pone un pie de medio lado ¡te consigo una ya! media hora después y no nos preguntemos como Pam consiguió la guitarra porque eso es otra historia, Martín toca una canción de ex - 3 y al final mira a los ojos a Pam - mi guitarra sólo suena para ti... y mañana luna cuando salgas cuéntale, que sueño con sus ojos y ese río de locura que produce cuando ríe- Pam no siente ni mariposas en el estómago ni tampoco que vuela, siente que su ansiedad se acaba, que no hay nada más allá de ese momento, que lo que suena es vida y que ella estaba muerta antes de eso, siente que todo lo puede, que el tiempo es eterno, que necesita darle un beso a Martín de muchas gracias.
Dos meses después Pam escucha en el teléfono Dream On. Martín es un niño triste, le cuenta que él siempre ha querido una novia rubia y ella le dice que siempre ha querido un novio guitarrista. Martín decide regalarle la canción, Pam no entiende nada en inglés sólo i love you, y las letras de Nirvana, pero siente esa tristeza de cuando se rompe algo que no se puede volver a reparar, la canción sigue y las lágrimas aparecen - ¿Martín quieres ser mi novio? - Hay un silencio - bueno- . Aquí es cuando uno hace un paneo desde la casa de Pam hasta los edificios de Bogotá de agosto de 1995, vemos a pam con un sombrero y un vestido de flores, botas y medias hasta el muslo, vemos a Martín con camisa a cuadros sentado en la sala con el auricular en el oído mientras empieza Angel de Aerosmith.
Me pregunto ¿cuál sería una banda sonora oportuna para ese 13 de marzo del 97? Han pasado dos años, eso es mucho en un noviazgo adolescente, hace unas horas Pam se fumó el último cigarrillo con unos amigos del salesiano, ha comprado un monstruo que dice I love you y créanme Pam odia las cursilerías. A lo lejos Martín sonríe a una chica poco agraciada que digámoslo así tiene una generosa copa c en el sostén. Pam se mira la camisa grunge y no ve sino dos ligeros montículos en lo que tienen que ser las dunas de la perdición. Con orgullo saca pecho y se pone ese rubio de medio lado y casi siente un nudo, el comienzo de la abstinencia, la profecía implacable del delirium tremens, de quedarse sin la guitarra, de perder tanto esfuerzo por aprender inglés para comprender qué dice Jane´s addiction y por escuchar a los redondos de ricota. La sensación se pierde después que pasa un amigo con un volante promocionando una fiesta de espuma, Martín camina hacia Pam, mira hacia todos los lados, baja sus 1. 80 metros al 1.65 de Pam y le pide ese tiempo, un tiempo sin música, un tiempo de silencio, un tiempo muerta. En un parlante suenan los Rebeldes y Pam odia tanto rock en español porque es más de Martín en sus venas.
Volvamos al cuarto de Pam, quien ahora se quita la camiseta grunge y el pantalón de jeans and jackets. Se limpia el rimel azul, se viste de negro, se dibuja una raya del mismo color en el párpado, se amarra las únicas botas que tiene y en un luto eterno sale al parque de Pepos. Rodrigo le dice que se ve más guapa de black girl ¡estoy de luto! responde, ¿quién se murió? pregunta Rodrigo, ¡se murió mi guitarra negra responde Pam!. Llama a Julián, camina por el barrio, a lo lejos en la casa de Cris suena To Mega Therion y piensa que el metal sinfónico es un nudo en el corazón. Esta bien que cambies de adicciones y que te vistas de negro, Pam, las cosas siempre pueden ser peores.
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