Los pájaros

La tarde es la mejor hora del día, le decía Aura a Gabriela mientras cortaba tela y por la ventana la besaba un rayo de sol ocre que hacía sus ojos más claros y profundos. Aura cortó ese día muchos vestidos y dibujó muchos otros, mientras que Gabriela lamió una cuchara llena de dulce leche, fue un día tan suave, tan lleno de música, un día en el que no hacía frío y el olor de Aura hizo que Gabriela pensara que era una flor no una mujer, una flor de esas que causan borrachera pero que son profundamente adictivas. Gabriela miró las manos de Aura y pensó que tenía las manos más hermosas. Aura puro amor, Aura para quien Gabriela conjugaba esa frase inagotable mi mamá me mima. Gabriela hubiera querido que el instante más puro de la tarde y su madre se quedaran estáticos como una obra, como un sonido perpetuo, pensó que la vida era simplemente la tarde y el sopor, la naturaleza perfecta del amor fraterno, no se explicó nada porque todo era dulce. faltaba poco para que la tarde fuera de los p...