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Showing posts from January, 2014

Pam: los primeros besos

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Que grosero, cantaban las ultrasónicas en la radio pirata de Manuel, un canal comunitario que se extendía por toda Ciudad Kennedy,  Jessy cantaba con cadencia -que grosero, que bruto y que grosero, eso tengo por llevarme con patanes como tu, vales madre, vales verga, en algunas condiciones, yo me enredo con cualquiera- en menos de una hora, el himno de las rockers mexicanas inundaba cinco cuadras de Mandalay y claro, la casita de la enredadera, comando central del grunge de los 90, oficina institucional del comercio de casettes y de discos traídos como pan caliente desde el Omni 19, un conjunto de locales que gracias a Saúl escucharon a los talking Heads en ese trópico, esa república banana, les estoy hablando de la casa de Lucrecia Caballero, alias, Pam.  Con la mente suspendida en el aire, en algún lugar perdido de la memoria, Pam pensó que había tenido una epifanía musical… se había hecho la luz y decidió agarrar ese teléfono rojo de la ITT para llamar a Gabriela. ...

Amanda: Los diablos

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Amanda molió el maíz, escuchó las gotas que golpeaban como piedras el techo, la casa olía a leña, era un olor dulce que crecía con el humo, humo que acariciaba la carne, carne salada, suspendida en los ganchos de la cocina, justo arriba del fogón lejos del gato y del runcho, lista para ser cortada y servida en el puntal. Unas gotas de sudor se asomaron en la frente de Amanda, permanecían como los diluvios del cielo, como el rocío en las hojas de los árboles, dándole vida a su amplía frente y ella entre el calor del bosque húmedo y de la cocina, seguía moliendo el maíz para las arepas. Su mente se fue a los ojos verdes del muchacho, se detuvo en los bucles perfectos de sus rizos y en su acento montañero, recordó que en las veredas cuando él nació, dijeron que era el mismo niño dios, todo rubio, con una boquita perfecta y unas manos grandes, alguien también advirtió que el muchachito sanaba y lo querían llevar a las verbenas porque pensaban que el mono daba buena suerte. Amanda...

Pam: Manual para olvidar pendejos

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Pam iba en la cicla por toda la calle, iba haciendo bombas con el antes bom bom bum de fresa. Iba con los cascos puestos habiendo jurado por su humanidad dejar el metal por capitalista y cursi y estaba incursionando en el punk, se imaginaba cómo era eso, ¿diría el punksito acaso? en esas estaba cuando vio a Ada en la esquina encendiendo un cigarro y moqueando, toda Ada no futuro.  -Oe la Ada, le dijo acercándose casi hasta besarle la boca -no empiece con porquerías Pámela- le dijo Adita y la quitó de un empujón -no pues tan jardcor-  le dijo pam haciendo bombitas. Pero Ada parecía una hoja de papel de lo blanca que estaba, Pam  se bajó de la bici y esperó a que Ada soltara el cuento.  - Nada, que es inevitable toparse con cada zopenco- Le dijo mirando al infinito de la calle 33, que en realidad sólo llegaba hasta el Ley de Kennedy. Pámela experta en corazones destrozados le araño despacio y con suavidad la mejilla con su uña de esmalte mal pintado. -parceri...