Pam: los primeros besos

Que grosero, cantaban las ultrasónicas en la radio pirata de Manuel, un canal comunitario que se extendía por toda Ciudad Kennedy, Jessy cantaba con cadencia -que grosero, que bruto y que grosero, eso tengo por llevarme con patanes como tu, vales madre, vales verga, en algunas condiciones, yo me enredo con cualquiera- en menos de una hora, el himno de las rockers mexicanas inundaba cinco cuadras de Mandalay y claro, la casita de la enredadera, comando central del grunge de los 90, oficina institucional del comercio de casettes y de discos traídos como pan caliente desde el Omni 19, un conjunto de locales que gracias a Saúl escucharon a los talking Heads en ese trópico, esa república banana, les estoy hablando de la casa de Lucrecia Caballero, alias, Pam. Con la mente suspendida en el aire, en algún lugar perdido de la memoria, Pam pensó que había tenido una epifanía musical… se había hecho la luz y decidió agarrar ese teléfono rojo de la ITT para llamar a Gabriela. ...