Ya no me gusta Jim Morrison

Los hombres perturbados se esconden en las adicciones, en las oscuras esquinas de la bohemia, en el riff angustiado de una guitarra eléctrica, en el arte que les duele. Pero los hay de pantalones de prenses y peinado a la moda, hombres sin embargo sufrientes, encantadores por el mismo veneno del poder que representan, son jonkies, fotógrafos, poetas, son ciéntificos brillantes, son médicos con la cartera llena. Manejan sus maravillosos autos brillantes y tienen novias guapas, son también hippies que guardan el hábito silencioso de beber hasta perderse en la mañana y que no abandonan la marihuana por considerarla sagrada, erótica, inspiradora, de tener tienen, una completa biblioteca con Jattin, Baudelaire y Joyce. Esos hombres que con mirar los amas, sólo porque son un tango lastimero y sexy, se nota en su cara que llevan la muerte tatuada en las plantas de las manos, la tragedia que los ahoga en las madrugadas de exceso, en esas medias tardes de silencio cuando ven un...