No hay cóndores
La primera vez que escuché hablar de Manuel Marulanda tenía siete años, lo recuerdo perfectamente. íbamos por la carretera hacia el huila y estaba muy oscuro, nuestro carro era lo único que se veía en la noche perdida. Alguien comentó historias de muertos y aparecidos, pero otra voz dijo - aquí al único que hay que tenerle miedo es a tirofijo, que depronto y nos sale- todos se ríeron... yo pregunté y me respondieron - ese es una leyenda, es un guerrillero y nunca lo han podido matar... así fue.